Corresponde al autor del epígrafe la aseveración según la cual “un hombre se casa cuando no tiene otra cosa de qué ocuparse”. No faltará quien secunde esa sentencia, aunque vale recordar que el insigne poeta cumanés era un hombre hosco, insomne, atormentado. Es decir, un hombre al que mal le venía cualquier compañía.
Por ello, el de la crisis matrimonial, lejos de ser un tema manido, es de esos que siempre despertarán interés, así como siempre darán cabida a nuevas lecturas. Como la que ofrece Federico Vegas en su más reciente novela: Miedo, pudor y deleite, en la que cuenta la historia de una pareja adulta enfrentada a una prematura crisis matrimonial, la cual realiza un viaje a Madrid en busca de la reconciliación, en un meticuloso itinerario ideado por el “socio” de él a través de una carta. Cuando el lector comienza a sentir que se está acercando al final sin saber hacia dónde conduce esa relación que naufraga, asiste a un giro inesperado que logra darle un indudable nuevo sentido a la trama.
Fanfarrón, egoísta e inmaduro, no es este claro dibujo del protagonista masculino el mayor acierto de Vegas en la construcción de los personajes de esta novela, como sí el haberse adentrado en el mundo interior femenino, siendo mayor el riesgo en tanto se trata de un personaje en la antesala de su inminente separación. Eso, sin contar el muy bien logrado diálogo entre dos insospechadas antagonistas, cuyas claras diferencias de edad, de posición y de punto de vista demuestran la habilidad del autor en este aspecto.
Si el riesgo asumido por un autor al abordar su historia mide la calidad de una novela, esta sólida introspección femenina que aborda Vegas en Miedo, pudor y deleite bien vale su lectura.
—
Miedo, pudor y deleite (Alfaguara, 2007), de Federico Vegas.
30 lecturas