Una generación que supone un parto distinto

Los cuentos conforman una sofisticada radiografía de la condición humana. Ese ejercicio íntimo que se alimenta del entorno, inmediato o en una escala más amplia, genera una inevitable mirada sobre el momento que toca vivir. Esa expresión formalmente ficticia es el resultado de cientos de impresiones, la mayoría de ellas inconscientes, que se reciben a lo largo del camino. Sea un trauma o una gran alegría, una inolvidable sorpresa o una escena curiosa, vamos llenando un rincón de trastos en alguna parte de nuestra mente a los que apelamos cuando nos proponemos componer una «ficción». Esos trastos, valga decirlo, son tan singulares como granos de arena, porque se fijan en nuestro recuerdo luego de contaminarse de aquello que conforma nuestro universo personal. Eso son estos cuentos: miradas íntimas y a la vez públicas de narradores jóvenes que, adentro o afuera del país, han vivido esta demolición del mundo conocido, dejando aquí sus singulares testimonios de esa vida que les tocó en suerte. Estas historias producen, con resistencia de apneísta y laboriosidad de espeleólogo, un retrato de lo que fue una clase media vigorosa extraviada en una realidad cambiante. Jóvenes tratando de vivir una normalidad movediza, en la que gravita la incertidumbre y no hay espacio para los sueños. Gente descreída a la que, quedándose o yéndose, le ha tocado sobrevivir. Una generación que supone un parto distinto. Autores cuya obra conozco, como Manuel Gerardo Sánchez, Mario Morenza, Pedro Varguillas, Raymond Nedeljkovic; o de los que tengo noticia desde hace algún tiempo, como Geyser Dacosta, Gusmar Sosa, Roberto Lara Guédez, Alejandro Coita, Aquiles Zambrano y Cristina Rojas Rosas; o a los que comienzo a seguirles la pista a partir de este volumen, como José Terradas, Alirio Vera, Gabriel Ordóñez, Santiago Zerpa y Javier Alarcón, estos 16 cuentos suman sus voces a este concierto polifónico que se ha venido desarrollando desde aquella primera edición del concurso, lanzado en 2005 para celebrar el trigésimo aniversario de la Policlínica Metropolitana, y que sus organizadores de seguro no sospecharon que, con ese gesto, estarían dando inicio a una de las instituciones más sólidas dentro de la cuentística contemporánea venezolana, como lo es este premio de cuento, que representa el retrato más fidedigno de este género en la Venezuela de este siglo y el cual he tenido el honor de ver crecer paso a paso.

Prólogo a las ediciones 2015-2016 del premio de Cuento de la Policlínica Metropolitana.

Share Button

81 lecturas