Cotidiano, de Alberto Sato Kotani

cotidianoEl diseño, como todo acto de creación, es un acto de libertad. Pero también “un asunto de orden público, como lo es opinar sobre la ciudad”, opina Alberto Sato Kotani en el prólogo de Cotidiano (manual de instrucciones). Este curioso libro, que uno supondría lleno de detalles técnicos sobre el diseño, ofrece hermosas e inteligentes observaciones sobre lo cotidiano del mundo artificial, sobre el asombro de los objetos ordinarios.

Cotidiano se pasea por esas decenas de cosas que usamos a diario, esas que nadie se toma la molestia de reparar en su diseño, en su concepción filosófica. ¿Para qué sirve el cepillo de dientes?, El tenedor necesario o La cara oculta de la mesa, son algunos de los casi 70 capítulos que conforman este sabroso volumen.

Al referirse a la sardina en lata, por ejemplo, afirma que “es el resultado de un proceso industrial sobre el cual nadie presta interés. Su desnaturalización ha sido doble: encapsulado, ha perdido su primera dignidad; apreciado con indiferencia, perdió su segunda dignidad de producto industrializado. No hay celebraciones cotidianas de riquezas marinas ni de industria. Así, el hábito olvidó ambas cosas”.

Sato Kotani es un arquitecto y diseñador industrial que durante años enseñó en la Universidad Central de Venezuela. En el prólogo de su libro afirma que a diferencia de los otros animales, que son prisioneros de sus hábitos, los seres humanos diseñan. “Las cosas materiales hechas por el ser humano emiten órdenes, seducen, ruegan, inspiran, enseñan y además, con frecuencia, engañan”.

“¡Cuántas cosas, láminas, umbrales, atlas, copas, clavos, nos sirven como tácitos esclavos, ciegas y extrañamente sigilosas!”, acotó Borges en su poema Las cosas, para recordarnos que esos objetos cotidianos, invisibles de tanto serlo, también son motivo de poesía. Kotani va más allá y se sumerge en colores, concepciones y formas para demostrar que ellos entrañan la humilde poesía de aquello cuya sensatez conceptual lo vuelve parte invisible de la vida corriente.

Entender el impulso creador como algo presente en las cosas, sumergirse en un mundo cotidiano abarrotado de geniales aciertos, abre un espacio de solaz para la mente y nos permite, además, retomar una mirada adánica, primigenia, sobre esa mesa, ese libro, ese teclado que usamos sin reparar en que su diseño supone un punto alcanzado, un momento de perfección.

Detrás del diseño hay una belleza (aunque creo más razonable precisar “sensualidad”) que adquiere su iluminación en la discreta elegancia de su funcionalidad. Una belleza justificada y necesaria que evade el derroche inútil. Y detrás de eso hay pasión. Y una forma de poesía.

Cotidiano, entonces, es un poemario sobre aquella belleza oculta a ojos profanos.

 

Cotidiano, manual de instrucciones (Debate, 2005), de Alberto Sato Kotani.